Nuestro nombre nos compromete a conocer, vivir y decir la Buena Nueva de Jesucristo venido al mundo para que los hombres tengan la Vida y la tengan en abundancia
Constituciones 3
La extensión de la Congregación, de Corea a Chile, de Europa a Africa, nos compromete a una conversión que fortalece el Cuerpo-Congregación y libera el dinamismo de las hermanas.
Todas, nos queremos abiertas a la universalidad, dimensión inscrita en nuestras pertenencias a multiples Iglesias locales.
Tan singular que sea la misión de una Hermana, no por ello deja de ser universal, ligada a la de todas las Hermanas, de todos los bautizados que obran en otras partes, de manera diferente.
Abrirnos todavía al otro que es diferente de nosotros, pasar de nuestras misiones articulares a la Misión universal.
La orientación del capítulo de 1988 - apertura al universal - nos ha acostubrado progresivamente a abrir nuestros ojos más allá de las fronteras.
El compartir de experiencias, la circulación de la información hacen de todas las Hermanas de la Doctrina Cristiana un solo cuerpo para la Palabra.
La fuerza de nuestro tesoro común nos insta a levantarnos, a caminar, a ir hacia encrucijadas, no sabiendo de antemano a donde nos lleva el Espíritu.
La misión se vive de maneras diferentes según la realidad de cada cultura y según los llamados de las Iglesias locales.
Hacer Cuerpo en una Congregación internacional, es nuestra elección y nuestro orgullo hoy.
Nuestra presencia en las Iglesias jóvenes expresa su preocupación por la apertura de la Congregación para la universalidad del Reino.
Madre Louise Bastien abrigaba un amor inmenso para la Iglesia, por su sentido de universalidad.